Ense&ntilde;ar y amar. Esas son las palabras clave que rigen las profesiones de las tres mujeres que seleccionamos en esta edici&oacute;n. Traspasar sus conocimientos es su forma de vida. Son felices y hacen felices a quienes quienes las rodean.&nbsp;

<h2 class="p1">MAR&Iacute;A SIEBALD, artista disciplinaria&nbsp;</h2>

La actuaci&oacute;n la llev&oacute; a transformarse en otras personas, pero la lengua de se&ntilde;as la conect&oacute; con todo un universo desconocido. Mar&iacute;a Siebald lleg&oacute; a la performance a trav&eacute;s de Nerven&amp;Zellen, grupo conformado por cuatro mujeres vestidas de la misma manera que interpretaban canciones populares por all&aacute; por el 2009. Ah&iacute; vivi&oacute; un &ldquo;momento eureka&rdquo;, afirma. &ldquo;Sent&iacute; la necesidad del grupo de tener un lenguaje &uacute;nico; me pasaba que con la palabra &iacute;bamos a destruir este efecto de la misma mujerque se multiplicaba, as&iacute; que decid&iacute; estudiar lengua de se&ntilde;as para eso&rdquo;, cuenta.
Con una formaci&oacute;n basada ampliamente en el cuerpo y sus movimientos &mdash;donde fueron clave mentoras como Soledad Henr&iacute;quez, por ejemplo&mdash;, y la conciencia ineludible de su propia corporalidad, la artista conect&oacute; con un formato en que las canciones llegaban a la comunidad sorda. Lleva 15 a&ntilde;os estudiando el mundo de la lengua de se&ntilde;as &mdash;que aprendi&oacute; en la Asociaci&oacute;n de Sordos de Chile&mdash;, sumergida adem&aacute;s en una in&eacute;dita mentor&iacute;a rec&iacute;proca con integrantes de la comunidad sorda, donde aprendi&oacute;, entre otras cosas, que disfrutan mucho de la m&uacute;sica. &ldquo;La gente pensaba que nos est&aacute;bamos apropiando de su cultura, y en verdad a m&iacute; me interesaba compartir: ellos nos entregaban su lengua de se&ntilde;as y yo les entregaba la m&uacute;sica de vuelta&rdquo;, asegura.
Hoy Mar&iacute;a contin&uacute;a esta mentor&iacute;a a trav&eacute;s de Hermosa Compa&ntilde;&iacute;a, grupo de teatro con participantes sordos que ya ha puesto en escena obras como La venada ciega, en el Festival Teatro a Mil 2025, basada en un cuento de Horacio Quiroga. El objetivo es muy claro: empoderar a sus participantes. &ldquo;Me interesa que ellos se puedan desarrollar en esta &aacute;rea y ser profesionales de las artes esc&eacute;nicas. En Chile es muy dif&iacute;cil que una persona sorda pueda estudiar teatro&rdquo;, explica. Mientras relata detalles de esta verdadera vocaci&oacute;n, adelanta que pronto estrenar&aacute;n la segunda adaptaci&oacute;n de Quiroga, parte de una trilog&iacute;a sacada del famoso libro Cuentos de la selva (1918). &ldquo;Las medias de los flamencos se viene pronto, estoy muy concentrada en eso&rdquo;.

<h2>JAVIERA INFANTE, fot&oacute;grafa</h2>

Dicen que si vives un tiempo fuera de tu pa&iacute;s natal se te abre un mundo nuevo: miras las cosas con otros ojos y nacen ideas que con los a&ntilde;os pueden convertirse en grandes proyectos. Ese fue el caso de la fot&oacute;grafa chilena Javiera Infante, quien en 2004 volvi&oacute; de Estados Unidos, donde estudi&oacute; fotograf&iacute;a en Corcoran School of Art y Massachusetts College of Art.
En esos lugares tuvo profesores que, gracias a sus clases, la motivaron a regresar a Chile para trabajar en la academia. Al llegar &mdash;y dar clases en reconocidas universidades de nuestro pa&iacute;s&mdash; se dio cuenta de que ac&aacute; se segu&iacute;a entendiendo la fotograf&iacute;a desde la t&eacute;cnica y el uso de la c&aacute;mara. Ese fue su motor para querer cambiar los paradigmas y adentrarse en lo que hoy se conoce como Javiera Infante Proyects. "Me frustraba mucho. Yo ven&iacute;a de un mundo donde se ense&ntilde;aba fotograf&iacute;a desde el arte, las ideas y del qu&eacute; hacer con ella. Por eso sent&iacute;a que (la foto) estaba frenada por el m&eacute;todo, y por creer que hay que ir a buscarla. Soy m&aacute;s de la corriente de que la fotograf&iacute;a a que entiendan que la fotograf&iacute;a est&aacute; en todos lados y se puede hacer como sea, porque depende de c&oacute;mo t&uacute; quieras trabajarla&rdquo;, afirma.&nbsp;
No solo fot&oacute;grafos. Arquitectos y publicistas, entre otros profesionales, han cursado sus talleres con el fin de explorar su lado m&aacute;s art&iacute;stico. "Ac&aacute; te liberas y desaprendes: metemos todas las ideolog&iacute;as en una juguera y comenzamos a ver qu&eacute; es lo que te mueve y qu&eacute; hace que agarres la c&aacute;mara. Todas mis clases se inician con una hora hablando de actualidad fotogr&aacute;fica, porque al entrar me importa mucho que a mis alumnos se les abra la mente; es una de mis grandes metas", comenta sobre sus talleres de desarrollo de proyectos, que apuntan a ver la fotograf&iacute;a desde otra vereda y a terminar con una exposici&oacute;n colectiva en Factor&iacute;a Franklin bajo el nombre de FocalMode. "Lo que m&aacute;s me interesa es cambiar los mindsets para que las personas dejen de entender la fotograf&iacute;a como el registro de algo. Es muy f&aacute;cil que los tutores creen 'minis-me', e impongan una l&iacute;nea de pensamiento; por eso apunto a la libertad total y a que entiendan que la fotograf&iacute;a puede ser todo", finaliza.&nbsp;

<h2>FRANCISCA CERDA, escultora&nbsp;</h2>

"Ya no so&ntilde;aba con mis esculturas, so&ntilde;aba con las esculturas de mis alumnos", confiesa con humor la escultora Francisca Cerda. Una frase que resume la intensidad con la que vivi&oacute; los m&aacute;s de 20 a&ntilde;os que dedic&oacute; a la docencia. "Era fascinante, me gustaba hacer clases. El contacto con la gente joven entusiasma. Tienen otra forma de mirar, ese di&aacute;logo entre alumno y profesora siempre ha sido muy rico", menciona la exprofesora de la Universidad de Chile, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educaci&oacute;n, UMCE, e Instituto de Arte Contempor&aacute;neo. Con 50 a&ntilde;os de trayectoria como escultora, la exalumna de Lily Garafulic y Marta Colvin -ambas premios nacionales de Arte- se remonta a un momento esencial que la marc&oacute; como artista. En su primer viaje a Europa, ver Los esclavos, de Miguel &Aacute;ngel, signific&oacute; un antes y un despu&eacute;s. Lleg&oacute; a Chile pensando: "Si all&aacute; todo est&aacute; hecho (art&iacute;sticamente), &iquest;qu&eacute; voy a hacer yo?". Con el tiempo lleg&oacute; a una conclusi&oacute;n que la acompa&ntilde;ar&iacute;a toda la vida: "Yo no puedo ser Miguel &Aacute;ngel. Yo voy a ser Francisca Cerda nom&aacute;s. Y aqu&iacute; estoy", dice riendo.&nbsp;
Esa filosof&iacute;a la aplic&oacute; tambi&eacute;n en sus a&ntilde;os como profesora. Reconocida por sus esculturas que apoda "gordas", recuerda cuando un alumno la sorprendi&oacute; con una solicitud: "Quiero que me ense&ntilde;es a hacer gordas como las tuyas". Ella le respondi&oacute;: "Yo no te puedo ense&ntilde;ar c&oacute;mo hago mis gordas, porque hay una historia detr&aacute;s y eso no te lo puedo transmitir. T&uacute; tienes que buscar tu propia inspiraci&oacute;n".&nbsp;
Lo que s&iacute; pod&iacute;a ense&ntilde;ar era a mirar. "Sent&iacute;a que lo &uacute;nico que pod&iacute;a aportar al alumno era mirar los vol&uacute;menes, los &aacute;ngulos, las direcciones, el espacio". Para explicarlo, Francisca usa el ejemplo de una mano: "Puedes ver el volumen de los dedos o puedes ver los espacios entre ellos. Ambas cosas son igual de importantes porque se relacionan la una con la otra". Durante sus clases asegura que siempre intent&oacute; ir m&aacute;s all&aacute; de lo t&eacute;cnico: "Fuera de que t&uacute; ense&ntilde;as como concepto, vas transmitiendo tu amor por la escultura, por la pintura". Un traspaso de sentimientos que m&aacute;s tarde vio en los emocionantes encuentros con sus alumnos: "Es muy bonito cuando te dicen 'maestra, usted fue muy importante en mi vida&rsquo;".
Hoy, a sus 82 a&ntilde;os, resume con humildad su legado: "Lo &uacute;nico que creo que les he transmitido a trav&eacute;s de mi trabajo es que he sido constante, muy luchadora, y a creer en uno nom&aacute;s".

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