Mucho antes de que medio mundo se pusiera a recortar papelitos y a pegarlos como forma de volcar la creatividad atorada, este artista trazaba su perseverante camino como collagista a trav&eacute;s de obras llenas de color y minucioso oficio.

&ldquo;Ha sido una semana terrible, ando como con la nube&rdquo;, se excusa, porque se le olvid&oacute; nuestra cita. Su nueva exposici&oacute;n est&aacute; a dos semanas de inaugurarse y el artista, mateo, como &eacute;l mismo se tilda, no puede creer que le quede tan poco tiempo para terminar las 12 obras que componen la muestra, un conjunto de retratos en clave de collage. &ldquo;Yo calcul&eacute; el tiempo pensando en lo que me toma hacer uno de mis collages, pero result&oacute; que no era as&iacute;&hellip; era cuatro veces m&aacute;s tiempo con relaci&oacute;n a mis obras anteriores&rdquo;.
L&rsquo;OFFICIEL: Tuviste que desestructurarte &iquest;no?, porque este trabajo es bien diferente a lo que has hecho por 20 a&ntilde;os: obras bien on&iacute;ricas y llenas de personajes, figuras y escenas.
MAURICIO GARRIDO: Mira la cara que tengo (se mata de la risa). Estoy completamente desestructurado. Mi trabajo parte de un lugar superps&iacute;quico, de un lugar de descontrol controlado. Cuando trabajas con el collage, es raro tener una idea previa de la obra, porque la misma materialidad y la diversidad de las im&aacute;genes van arm&aacute;ndose sobre s&iacute; mismas, a tiempo real. En el caso de lo que hago ahora es todo lo contrario: estoy forzando algo que es casual hacia algo formal. Estoy obligando a los papeles a obedecerme, y son muy desobedientes.
L&rsquo;O: &iquest;A qui&eacute;nes retrataste?
MG: La mayor&iacute;a son retratos de mis amigos, solo que la mayor&iacute;a son iconos culturales: Jorge Gonz&aacute;lez, Patricia Rivadeneira, Vicente Ruiz&hellip;
L&rsquo;O: &iexcl;La contracultura ochentera!
MG: Claro, son mi familia. Todo parti&oacute; de una conversaci&oacute;n con Jorge en la que me di cuenta de que nunca le hab&iacute;a hecho un retrato. Y Jorge me dijo: hazlo. Tambi&eacute;n hay personajes que no son tan conocidos, incluso hay un retrato de mi madre, que ya muri&oacute;, vestida de novia. Tambi&eacute;n otro de Violeta Parra, que es&nbsp;alguien a quien no conoc&iacute;, pero ten&iacute;a muchas ganas de trabajar con su imagen, y de Cecilia, la cantante, a quien conoc&iacute; gracias a Vicente Ruiz.

L&rsquo;O: &iquest;Qu&eacute; referentes te inspiraron?
MG: Cuando empec&eacute; a aterrizar la idea me acord&eacute; del trabajo del fot&oacute;grafo Jorge Brantmayer, a quien admiro mucho, y de Arcimboldo, un pintor del siglo XVI famoso por sus retratos de personas con frutas, peces, comida, aunque a &eacute;l no le interesaba que los retratos fueran reconocibles. En mis collages, las personas retratadas, adem&aacute;s de ser reconocibles, est&aacute;n plenamente construidas desde mi lenguaje: su piel, sus ojos, su pelo, est&aacute;n llenos de otras figuras. Tratar de armonizar mi lenguaje con el tema del retrato ha sido justamente el trabajo. Me ha remecido harto igual.
L&rsquo;O: Parece que lo has padecido.
MG: S&iacute;, claramente era mucho m&aacute;s complicado de lo que pensaba (risas). Ha sido un cambio total, porque cambi&oacute; el tema, cambi&oacute; la t&eacute;cnica y cambi&eacute; yo, que volv&iacute; a sentirme en primer a&ntilde;o de escuela, pilucho. Es que no estoy acostumbrado a tratar con la realidad.
L&rsquo;O: Partiste en la escultura, &iquest;no hab&iacute;as hecho retratos escult&oacute;ricos?
MG: No. No me hab&iacute;a interesado tomar cosas de la realidad porque antes me parec&iacute;an poco desafiantes, pero este trabajo result&oacute; serlo, porque es duro soltar lo que llevas mucho tiempo haciendo y que a todo el mundo le gusta. Adem&aacute;s tuve que aplicar una serie de procedimientos que hab&iacute;a olvidado: medir, calcular, cuestiones ante las cuales me rebelaba. Ahora soy experto en cabezas, porque mis retratos son del pecho para arriba, formato busto, como las monedas, billetes y cuadros de la nobleza.
L&rsquo;O: Hay un gran movimiento de collagistas que empez&oacute; a gestarse antes de la pandemia y que explot&oacute; en el encierro. &iquest;Qu&eacute; te parece su trabajo?
MG: Me parece maravilloso que el collage sea algo completamente accesible para cualquiera, democr&aacute;tico. Creo que hay algunos collagistas muy buenos, pero me ocurre que empiezo a ver mucho mi trabajo. Me encanta la diversidad que ofrece el collage, que ya es bastante desobediente de las normas, entonces me gusta mucho que la gente encuentre su propia voz: cortar con las manos, usar papel de diario, qu&eacute; se yo.
L&rsquo;O: &iquest;Mucho copi&oacute;n?
MG: Voy a citar un refr&aacute;n espa&ntilde;ol que me encanta (se r&iacute;e): &lsquo;Aqu&iacute; lo digo, aqu&iacute; lo niego&rsquo; (carcajadas). Para serte franco, son bastantes, tantos, que de repente me abruma la falta de experimentaci&oacute;n. Si te vas a poner a hacer arte, trata de que salga de adentro, no de afuera.
L&rsquo;O: Todos los grandes artistas se han enfrentado a eso.
MG: Es cierto. Y puedes copiar t&eacute;cnicas, formatos, temas, pero no puedes copiar las obsesiones. En el fondo, me molesta la pereza creativa. Cuando replicas algo sin pasar por tu interior, se nota en el trabajo final, falta algo fundamental. La decisi&oacute;n de ser artista, esto de ser una especie de loco legal dentro de la sociedad, tiene que ver con lo que t&uacute; dejas, y lo que dejas tiene que ser cierto, si no, se cae r&aacute;pido porque carece de misterio.&nbsp;
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Retrato: Carlos Saavedra
Fotograf&iacute;a obras: Gonzalo Donoso
Agradecimientos: Galer&iacute;a Animal

El salto de Mauricio Garrido

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