Si bien esta prenda est&aacute; en el guardarropa de toda mujer, en sus or&iacute;genes fue utilizada esencialmente por hombres.&nbsp;

Si hay una prenda con una rica historia a lo largo de los siglos, &eacute;sa es sin duda la falda, que desde hace siglos domina el guardarropa femenino. Sin embargo, en las culturas antiguas empez&oacute; siendo una prenda habitual de los hombres.
<h3>La pollera en la Antig&uuml;edad</h3>
El&nbsp;origen de la falda&nbsp;data de&nbsp;las primeras civilizaciones. Aunque no hay una fecha exacta, los primeros vestigios de esta prenda podr&iacute;an situarse en&nbsp;Sumeria en el a&ntilde;o 3000 a.C.&nbsp;En ese entonces, las mujeres usaban el exceso de piel de los animales que cazaban alrededor de la cintura para protegerse del fr&iacute;o y las inclemencias del tiempo. M&aacute;s tarde, sociedades como la persa, la romana y la egipcia fueron adaptando las faldas a sus culturas y estilos de vida. Los hombres egipcios, por ejemplo, crearon pliegues y las llevaban por encima de la rodilla (las mujeres en cambio usaban vestidos hasta el tobillo, ajustados a la cintura y sujetos con tirantes).
En cuanto a los griegos y romanos de la Antig&uuml;edad se tiende a creer que usaban cotidianamente la toga: error. De hecho, la toga era una prenda utilizada casi exclusivamente con fines ceremoniales. En el d&iacute;a a d&iacute;a, lo que se llevaba era la fustanella, una pollera plisada que sobrevive hoy en d&iacute;a en el traje tradicional griego. Pero tal vez, la pollera m&aacute;s famosa del mundo antiguo sea la de las legiones romanas. Durante el reino del emperador Constantino (306-337), la falda se convirti&oacute; en un b&aacute;sico para los hombres de todos los estratos sociales, desde el emperador hasta sus soldados, cuyas faldas llevaban anchas solapas de cuero reforzadas con tachuelas de hierro.

<h3>La falda en la &eacute;poca medieval</h3>
En la Edad Media los hombres llevaban una t&uacute;nica hasta la mitad del muslo y a&uacute;n m&aacute;s corta. Hasta el siglo XIV la vestimenta de hombres y mujeres era muy similares, fue entonces &mdash;gracias a los avances en los tejidos y la sastrer&iacute;a&mdash; que surgieron los primeros pantalones, utilizados exclusivamente por los hombres, que los llevaban con t&uacute;nicas y bajo sus pesadas armaduras. La falda comenz&oacute; entonces su lento viraje hacia su forma exclusivamente femenina aunque realmente la distinci&oacute;n entre pantalones para hombre y faldas para mujeres se concretar&iacute;a mucho m&aacute;s tarde, pues los hombres las siguieron usando al menos hasta el siglo XVIII y la llegada de la era industrial. Los famosos kilts de los escoceses o la fustanella en los Balcanes sobrevivieron a&uacute;n este per&iacute;odo.

<h3 style="text-align: justify;">La falda tal como la conocemos</h3>
Durante la &eacute;poca victoriana (1837-1901) la etiqueta en el vestir era sumamente estricta. Los vestidos segu&iacute;an siendo la prenda dominante del vestuario femenino y cubr&iacute;an todo el cuerpo y cors&eacute;s y crinolinas eran de uso esencial. En 1870, la enorme crinolina fue sustituida por la tournure (un gran nudo a la altura del trasero), lo que disminuy&oacute; el imponente volumen de la falda. En la d&eacute;cada de 1880, &eacute;sta a su vez fue sustituida por las enaguas r&iacute;gidas. Sin embargo, la falda empez&oacute; realmente a cambiar a finales de la d&eacute;cada de 1890, cuando las mujeres adoptaron un estilo de vida m&aacute;s activo, con paseos a caballo, en bicicleta y a pie. Fue entonces que la popularidad de la falda como prenda independiente (coordinada con blusa y chaqueta), cobr&oacute; un gran impulso.
El siglo XX fue una &eacute;poca de innovaci&oacute;n en muchos aspectos de la sociedad y la falda reflej&oacute; estos cambios. En este per&iacute;odo se experiment&oacute; una amplia variedad de largos y tipos. Durante los a&ntilde;os 20, los dobladillos empezaron a subir y el estilo flapper se impuso en las mujeres del mundo occidental. A mediados de la d&eacute;cada, &eacute;ste se elev&oacute; hasta justo por debajo de la rodilla, toda una revoluci&oacute;n. Pero, con la Gran Depresi&oacute;n de los a&ntilde;os 30, los dobladillos volvieron a bajar hasta la mitad de la pantorrilla.
En la d&eacute;cada de 1940, las faldas (y la vestimenta en general) adquirieron un car&aacute;cter a&uacute;n m&aacute;s sombr&iacute;o, debido a las restricciones de la Segunda Guerra Mundial. Se impuso una moda utilitaria y los tejidos m&aacute;s baratos. Las faldas eran de l&iacute;nea A o rectas y deb&iacute;an insumir la menor cantidad de tela posible. Pero la moda es un constante vaiv&eacute;n y en los a&ntilde;os 50, el new look de Christian Dior promovi&oacute; las amplias faldas que demandaba metros y metros de g&eacute;nero. Pero la verdadera, la aut&eacute;ntica revoluci&oacute;n, se produjo en la d&eacute;cada siguiente, en los a&ntilde;os 60, con la minifalda de Mary Quant. Por primera vez, las mujeres tuvieron libertad para elegir el largo de su falda y debe decirse que ese largo llegar&iacute;a a ser&hellip; muy corto. A partir de entonces, las minifaldas pasaron a formar parte del armario femenino. Desde entonces hasta ahora, no hay un solo tipo ni longitud de falda que domine la moda y los estilos mini, midi y largo conviven alegremente.

Desfile Manish Arora, Londres, 2007 © Rebcca Cotton.

<h3 style="text-align: justify;">El futuro de la falda</h3>
Sin duda, la falda seguir&aacute; siendo una de las prendas femeninas m&aacute;s populares. En las &uacute;ltimas d&eacute;cadas hubo diversos intentos de promocionar su versi&oacute;n masculina (Jean-Paul Gaultier, Kenzo o Dries Van Noten, entre otros), pero hasta la fecha no han tenido &eacute;xito.
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La falda, el accesorio femenino por excelencia

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