Llamada #GucciAria, la &uacute;ltima colecci&oacute;n de la firma italiana bajo la direcci&oacute;n creativa de Alessandro Michele celebra la grandeza de su herencia y 100 a&ntilde;os de historia en la moda.

Ha pasado un siglo desde que Gucci comenz&oacute; su historia de amor con la moda (al igual que L&rsquo;Officiel), un momento importante digno de celebraci&oacute;n. Siguiendo sus propios ritmos, como su director creativo lo anunci&oacute; anteriormente, la presentaci&oacute;n de su propuesta surgi&oacute; fuera del calendario establecido de la moda, causando una gran expectaci&oacute;n. "En mi trabajo acaricio las ra&iacute;ces del pasado para crear inflorescencias inesperadas, tallando la materia mediante injertos y podas", afirma el dise&ntilde;ador. "Apelo a esa capacidad para volver a habitar lo que ya se ha dado. Y a la mezcla, las transiciones, las fracturas, las concatenaciones para escapar de las jaulas reaccionarias de la pureza, persigo una po&eacute;tica de lo ileg&iacute;timo".

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Y as&iacute;, sucedi&oacute; lo inimaginable. <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/5-minutos-conocer-a-alessandro-michele">Alessandro Michele</a> viene acompa&ntilde;ado de dos de las figuras m&aacute;s imponentes de la moda para celebrar el centenario Gucci: Tom Ford y Demna Gvasalia, as&iacute; como de una exc&eacute;ntrica logoman&iacute;a y los c&oacute;digos ecuestres que caracterizan a la firma. "He saqueado el rigor inconformista de Demna Gvasalia y la tensi&oacute;n sexual de Tom Ford; me he demorado en las implicaciones antropol&oacute;gicas de lo que brilla, trabajando en el brillo de las telas; he celebrado el mundo ecuestre de Gucci transform&aacute;ndolo en una cosmogon&iacute;a fetiche; he sublimado la silueta de Marilyn Monroe y el glamour del viejo Hollywood; sabote&eacute; el discreto encanto de la burgues&iacute;a y los c&oacute;digos de la sastrer&iacute;a masculina", asegura. Como un verdadero alquimista, ha hecho de Gucci su laboratorio de experimentaci&oacute;n, donde converge pasado y presente de manera c&iacute;clica.&nbsp;

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Esta visi&oacute;n creativa se traduce en un proyecto visual dirigido en conjunto entre Floria Sigismondi y el director creativo, que lleva la magia de los noventa y cuatro looks en un juego de adivinanzas. No hay respuestas claras, el espectador es libre de construir, junto a Gucci, su propia narrativa.

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Las prendas son un encuentro de universos creativos: la sensualidad de Tom Ford con vestidos ajustados de transparencias, la magia ecuestre del campo con estribos, cinturones, l&aacute;tigos y hombreras de piel, trajes de dos piezas de lentejuelas (una de las tendencias m&aacute;s vistas&nbsp;de la temporada) y el di&aacute;logo creativo entre Demna Gvasalia y Michele que se traduce en una fusi&oacute;n de ideas y logos en chaquetas oversized y blazers con hombreras prominentes. La paleta de colores es variada, no sigue un hilo conductor definido y le da vida a las prendas.&nbsp;

Tom Ford, Balenciaga y el mundo ecuestre según Gucci

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